La Casa de Acogida
se construyó gracias a que una señora donó el solar al obispado. En principio, la estancia de los ancianos tenía
carácter temporal y cuando se cambiaron los estatutos se convirtió en una residencia permanente.
Posteriormente se amplió
gracias a la iniciativa de 25 personas que pusieron el dinero para construir un
nuevo edificio.
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